Por Mario Cando
Su nombre original, hasta allá por sus años juveniles, era Aida Graciela Pillco Bacuilima. Ese nombre lo menciona muy sonriente luego de escarbar durante algunos segundos en su memoria. Desde niña tenía ya inclinaciones hacia la vida religiosa, en sus juegos cogía manteles y algunas telas y se las colocaba en la cabeza a modo de hábito.
En la actualidad se llama Ana María del Niño de Praga, es una de las 20 monjas de claustro del monasterio El Carmen de la Asunción y se encuentra terminando la confección de la ropa y el bordado de la capa color lacre con la que lucirá el Niño Viajero en el Pase del próximo 24 de diciembre.
Desde hace aproximadamente 20 años la religiosa es la responsable de confeccionar los trajes que engalanan la escultura más emblemática de Cuenca, tallada allá por 1823.
En el atuendo de este año resaltarán las rosas y azucenas que representan el amor y la pureza, cuenta sor Ana María al grupo de periodistas que, por primera vez en la historia de la comunidad Carmelita, este miércoles 11 de diciembre tienen el privilegio de ingresar al claustro. Antes nadie más lo ha hecho, a excepción de los familiares más cercanos, a la muerte de alguna de las religiosas.
Este bordado con hilos especiales le lleva algo más de un mes sobre su diseño creado, pero bajo la inspiración de la madre priora, sor Leonor del Espíritu Santo, “ella es la que habla con Dios directamente y le pide consejo al Espíritu Santo qué hacer, este año me ha dicho que hagamos con azucenas y con rositas”, relata la confeccionista. La capa la está bordando a máquina, todo el conjunto estará listo en cuatro o cinco días más.
El bordado lo realiza con todo el empeño, dedicación y amor, claro que cuando niña “no me gustaba bordar, ni coser mi ropa siquiera, mi papacito me cosía las ropitas; en el claustro nos enseñó la madre priora”, confiesa.
“En cada puntada va nuestra vida para Dios”, comenta emocionada la religiosa, quien indica que cada año la comunidad carmelita le prepara su traje, a los que se suman los encargados por los padrinos y los responsables de las novenas, es decir el Niño Viajero tiene innumerables trajes, todos confeccionados al interior del monasterio.
La comunidad
La comunidad carmelita está integrada al momento por 20 religiosas, la de más edad, la priora sor Leonor del Espíritu Santo, con 84 años, y la menor, una novicia ingresada hace más o menos 6 meses, con 17 años. Pero nos hace falta una para que ocupe el espacio vacante y así completar la familia dice Ana María, mirando muy sonriente a las colegas periodistas, pero ninguna de ellas se anima lo suficiente como para quedarse.
Claro que también ha sido testigo de que alguna de las elegidas flaqueó en sus fortalezas y tuvo que palpar el dolor de la despedida. De todo hay en la viña del Señor.
El ambiente de sosiego que reina al interior del claustro es contagioso, la abundante vegetación del patio, las flores, las fuentes de agua, los corredores que abrazan el cuadrante, con el imponente fondo de las cúpulas de la Catedral incrementan la sensación de paz mientras la interlocutora sigue explicando detalles de la vida religiosa.
El proceso de formación dura en la actualidad 11 años, antes duraba 6, tiempo que le correspondió a Ana María, quien tomó los votos perpetuos en 1993. Ingresó al claustro cuando tenía 20 años.
Diariamente asisten a las misas de las 06h45 y 11h00, los domingos suman la eucaristía de las 17h00. Las jóvenes se levantan a las 03h30 para la oración; las de más edad lo hacen a las 04h15. Entre rezo y rezo, charlas de reconfirmación de convicciones religiosas, tareas de limpieza, cocina y el trabajo que les genera algo de ingresos, transcurren las horas, hasta que las sombras de la noche envuelven el claustro. Se acuestan a las 22h00, al amparo de la fe y sus convicciones de vida.
Se mantienen con su propio trabajo, es decir la elaboración de vinos, productos medicinales naturales como el jarabe de rábano, multivitamínicos, gelatina de pichón, bordados, repostería y la famosa agua de pítimas.
Hay tres monasterios de clausura: Las Conceptas, El Carmen de la Asunción y El Carmen de San José, en la Virgen de Bronce.
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