Un ambiente de extrema conflictividad vivió Cuenca este miércoles 9 de octubre cuando miles de personas se volcaron a las calles para condenar el “paquetazo” del presidente Lenin Moreno y exigir la derogatoria de las medidas. La represión de las fuerzas policiales y miltares se excedió más allá de la agresión.
Esta vez ya no fueron solo las organizaciones sociales sino familias enteras las que salieron a la protesta contra un régimen que prácticamente perdió el mínimo apoyo popular que podría haberle quedado.
Si subsiste es por la fuerza de las armas, no de la razón, a lo que en parte se sumó la estrategia de manipulación del siocialcristianismo guayaquileño, CREO, partidos de derecha, los gremios empresariales y sobre todo la desinformación de los grandes medios de comunicación, según las versiones coincidentes de los protagonistas del reclamo.
El casco urbano se convirtió en una “zona de guerra” con múltiples barricadas levantadas en las esquinas que desactivaron en buena medida la arremetida del vehículo antimotines y los escuadrones de motocicletas.
En la ocasión la minga ancestral de las comunidades campesinas e indígenas funcionó “a las mil maravillas” en el ámbito urbano cuando centenares de manifestantes formaron chasquis en los sectores del Centenario y La Escalinata para acarrear piedras desde el río Tomebamba y formar barricadas en las esquinas de las calles céntricas.
El desmedido lanzamiento de gases lacrimógenos multiplicó los síntomas de asfixia en la población, en una vivienda de la calle Juan Jaramillo y Benigno Malo la invasión de gases estuvo a punto de convertirse en tragedia de una familia completa cuya madre fue sacada por socorristas casi inconsciente mientras dos tiernos niños se desesperaban por recuperar la respiración.

Un socorrista auxilia a un niño de pocos años sacado de una vivienda de las calles Juan Jaramillo y Benigno Malo.
El gobernador Xavier Martínez deberá explicar el por qué de la violentación de la seguridad y derechos básicos de las personas, enfatizaron los indignados testigos del hecho, a la vez que deberá también dar cuenta de cuánto dinero se está gastando en la represión tomando en cuenta que, de acuerdo a la información en Google, un combo de 10 granadas de gas lacrimógeno está por los 247 dólares, más el combustible de los vehículos y otros pertrechos, djeron.
Hay que señalar también que el vandalismo tampoco estuvo ausente por parte de algunos grupos y fue severamente criticado por los propios manifestantes al considerar que esas pésimas actitudes empañaban la protesta y sobre todo ocasionaban serios daños a los bienes públicos.
El masivo reclamo que se vio fortalecido con la llegada de pobladores de las parroquias rurales y de cantones como Gualaceo se extendió hasta las primeras sombras de la noche, momento en el que se cortó el fluido eléctrico en todo el caso urbano de Cuenca.

Múltiples formas de protesta se observaron en la jornada.
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