Francisco Cisneros Abril, educador, maestro de karate, caricaturista, durante varias décadas entusiasmó con su Teatro de Marionetas Fantasía.
En 1960 su padre se trasladó con una beca a México para profundizar los estudios pedagógicos, algo que visualizó era vital para el futuro de su hijo le llamó la atención en una tienda de libros, lo compró y lo envió a Cuenca con la recomendación de que sea leído y estudiado.
Era un libro sobre la construcción de marionetas, elaboración de guiones y la puesta en escena de obras de teatro, con toda la parafernalia que ello supone. Hacia 1963 inició la aventura que habría de tener un freno brusco el 17 de marzo de 2020 con la declaración oficial de la pandemia en Ecuador, entonces las marionetas se embodegaron.
Francisco Cisneros Abril, el artífice de la especial manifestación artística, inició una actividad febril en el colegio Manuela Garaicoa de Calderón, en 1983, con la creación del Teatro Fantasía, con el que recorrió varias ciudades de Ecuador, apoyado por la entusiasta rectora, Dora Canelos, y un grupo de guionistas en el que sobresalía Juan Valdano.
El grupo de colegiales se adiestró en la preparación de los escenarios, iluminación, sistemas de audio, manejo de los hilos, la personificación de voces y la puesta en escena. Su madre se encargaba del vestuario.
Del Manuela Garaicoa, la compañía pasó al Manuel J. Calle y luego a un teatro fijo en Racar, en la propiedad familiar. Con la pandemia unas 150 marionetas fueron a descansar en la bodega.
En la actualidad algunos nuevos “hijos” están saliendo a la luz, con la esperanza de tener vida propia, ojalá que las autoridades y las instituciones de la cultura puedan ver el enorme potencial artístico y pedagógico de un teatro de marionetas. Quien sabe, a alguien se le puede encender la chispa.
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