La masacre del 15 de noviembre de 1922, el genocidio que sigue en la impunidad y hoy está en proceso de repetición (VIDEOS)

Dirigentes históricos en la lucha social y sindical.

Con la colocación de decenas de cruces en la orilla del río Tomebamba, frente a la Universidad de Cuenca, estudiantes universitarios, líderes sociales y sindicales y líderes históricos de la izquierda ecuatoriana rememoraron este martes 15 de noviembre la masacre de centenares de obreros en la ciudad de Guayaquil, hace 100 años, por orden del banquero y entonces presidente José Luis Tamayo.

La recapitulación del hecho actualizó además la recriminación al Estado y sus aparatos de represión, así como a las clases dominantes y sus medios de comunicación que aplaudieron el genocidio, delito que, si existiesen las herramientas jurídicas necesarias, debería sancionarse en la actualidad con todo el rigor para que no quede en la impunidad y determinados sectores abandonen las intenciones de repetirlo.

El historiador y excandidato presidencial, René Maugé Mosquera, felicitó la actitud del Frente Cultural del Azuay y del Frente Unitario de Trabajadores (FUT) para recordar y mantener viva la conciencia histórica, la conciencia colectiva de lo que significó al fatídico y trágico aniquilamiento de trabajadores, comerciantes, artesanos y pobladores, el 15 de noviembre de 1922, genocidio que fue recreado en la novela Las Cruces Sobre el Agua, por el escritor Joaquín Gallegos Lara.

Para el historiador, la masacre no fue un hecho aislado, en el nivel interno respondió al posicionamiento y fortalecimiento de la burguesía comercial y bancaria, aliada con los terratenientes serranos y costeños, tras el asesinato de Eloy Alfaro, para dar lugar a la consolidación del Estado oligárquico y del poder bancario. Se sumó la caída del precio del principal producto de exportación, el cacao, y el surgimiento de las primeras organizaciones sindicales y populares.

A nivel internacional  influyeron la revolución mexicana, en 1911; la Primera Guerra Mundial, en 1914, con una profundización de la crisis económica por la caída de los precios de los productos de exportación, la elevación de las tasas de cambio, alza de los productos de primera necesidad, devaluación del sucre; en suma, en 1922 explotó la crisis en todo el sistema económico, social y político del Estado neocolonial, al igual que lo que ocurre hoy con el Estado mal dirigido por el banquero Guillermo Lasso.

El relato de la masacre

Según varias fuentes coincidentes, la carnicería de obreros del 15 de noviembre de 1922 fue una matanza perpetrada por el Ejército en Guayaquil, por orden del presidente José Luis Tamayo, en respuesta a la huelga general de noviembre de 1922. La matanza ocurrió luego de que los trabajadores iniciaran una marcha multitudinaria para exigir la liberación de compañeros detenidos en el marco de la huelga.

Las protestas iniciaron en octubre de 1922, cuando los empleados ferroviarios de la estación de Durán declararon una huelga para exigir mejores condiciones laborales y mejores salarios. En días posteriores se unieron los sectores sindicales de Guayaquil, los empleados de la empresa de luz eléctrica, transportistas y trabajadores del astillero. Entre sus exigencias constaban, además de mejoras salariales, la aplicación de la ley que establecía una jornada laboral máxima de 8 horas, aprobada en 1916, y el anuncio de 30 días previos en caso de despido.​

Los empresarios no aceptaron las peticiones y, como opción para poder subir los salarios propusieron aumentar el costo del pasaje de transporte público.

El 13 de noviembre la huelga se volvió general y Guayaquil quedó paralizada, con cortes de electricidad, falta de transporte urbano y desabastecimiento de mercados.​ Un día después, el presidente Tamayo envió un telegrama al general Enrique Barriga Larrea, jefe de la zona militar, que decía: «Espero que mañana a las seis de la tarde me informará que ha vuelto la tranquilidad a Guayaquil, cueste lo que cueste, para lo cual queda Ud. autorizado.»

Durante la mañana del 15 de noviembre, contingentes militares adicionales ingresaron a Guayaquil, mientras las calles comenzaron a llenarse de manifestantes

A las dos y media de la tarde, gran parte de los trabajadores iniciaron una marcha pacífica que desembocó en la Clínica Guayaquil con el objetivo de pedir, a través de mediadores, la liberación de los detenidos en la mañana. A lo largo del camino distintos grupos de personas se fueron sumando y se produjeron los primeros disturbios. La cifra total de participantes en la marcha se calcula entre 5.000 y 30.000 personas. El gobernador de la provincia aceptó la petición de liberación y  los manifestantes se dirigieron al cuartel de policía, sitio donde se encontraban los detenidos.

De acuerdo a los historiadores Óscar Efrén Reyes y Efrén Avilés Pino, a medida que avanzaba la marcha los ánimos de los manifestantes se caldearon por el anuncio de que las autoridades reprimirían la marcha.

Cuando la protesta llegó a las inmediaciones del cuartel, los policías, pensando que planeaban tomarse el cuartel, dispararon contra los huelguistas, entre los que había mujeres y niños. Más de 2.000 militares se unieron a la policía y empezaron a disparar sin tregua contra los manifestantes.

Muchos obreros fueron rodeados y asesinados en medio de plazas, almacenes y viviendas. Los enfrentamientos se extendieron hasta altas horas de la tarde y cubrieron todo el centro de la ciudad. Los intentos de los manifestantes por defenderse fueron inútiles. El ejército no sufrió bajas.

De acuerdo al poeta e historiador Alejo Capelo, líder sindical y testigo de los hechos, civiles, aparentemente de clase social alta, se unieron a los militares y dispararon contra los huelguistas desde sus casas. Luego de perpetrada la masacre, según relato de Capelo, las mismas personas aplaudieron a los militares mientras recorrían las calles aún ensangrentadas.​

La cifra total de personas asesinadas varía de acuerdo a distintas fuentes, entre alrededor de un centenar de muertos, 500, 1.000 y hasta 2.000 fallecidos

La mayoría de los muertos fueron llevados al Hospital General, la Clínica Guayaquil, la Clínica Parker y el Cementerio General, donde fueron enterrados en una fosa común y donde se impidió la entrada a muchos familiares que habían llegado a reconocer los cuerpos; otros cuerpos fueron llevados en camiones militares hasta el río Guayas, donde se los arrojó al agua.

Días después de la masacre, el gobierno inició un juicio penal contra los trabajadores sobrevivientes, acusándolos de ser los supuestos responsables de los disturbios suscitados. Sin embargo, el juicio sólo llegó a la etapa sumarial.

Quieren invisibilizar el papel de la mujer

En la reivindicación de los derechos de la clase trabajadora, la mujer tuvo un papel determinante, aunque se ha tratado de invisibilizar esa participación, expresó el sindicalista Edgar Ponce.

Allí estuvieron, entre tantas otras que llevaban inclusive a sus hijos en brazos, América Delgado y Tomasa Garcés, esta última con sus cuatro tiernos hijos, quien, junto con 20 trabajadores huelguistas, se lanzó a la línea férrea para obligar al maquinista a detener el tren.

Estuvo la Negra Montaño, una lavandera analfabeta, que le arrojó la bandera nacional a un capitán del Ejército, exigiendo el respeto de la vida de los obreros, actitud que desconcierta a los militares y permite que muchas personas se salven de la carnicería.

Están la cocinera María Montaño y la lavandera Sebastiana Peña, convertidas en oradoras y voceras del pueblo, “y así el coraje brota a raudales por todas partes pero el precio que cuesta ese coraje es muy alto, según algunas fuentes, el número de mujeres victimadas va de 200 a 300, y junto a ellas, en muchos casos, sus pequeños hijos”, relató Ponce.

La participación de la mujer en la lucha adquiere mayor significado con la presencia de dos centros feministas: La Aurora y Rosa Luxemburgo. En estas organizaciones se debe destacar los nombres de Heraclia de Lombeyda, Clara Aurora de Freire, Eufrasia Montes, Mercedes de Gutiérrez, Ángela Pincay, Genoveva Valenzuela, Abigaíl Pincay, y las señoritas Ángela Auria, Herminia Gutiérrez, Hortensia Donoso, Mercedes Candel, Bertha García, puntualizó el sindicalista.

La historia se vuelve a repetir

Para la gestora cultural y candidata a concejal de Cuenca por la Revolución Ciudadana, Joana Cruz, el contexto histórico que desató la masacre obrera de noviembre de 1922 “se está volviendo a repetir”.

Lo dijo en un conversatorio virtual la tarde de este martes 15 de noviembre, con la participación del analista internacional, abogado y comunicador español, Fernando Casado, y el candidato a la Alcaldía de Cuenca, Roque Ordóñez.

La gestora cultural Joana Cruz expresa sus criterios sobre el tema, le acompañan el concejal Iván Abril y el candidato a la Alcaldía Roque Ordóñez.

Citando la frase constantemente reiterada: “Pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”, la directora del Museo del Cacao insistió que 100 años después la historia se vuelve a repetir y eso tiene que ser un “jalón de orejas” a quienes votaron por el banquero Guillermo Lasso, quien es artífice de otra masacre, solo que camuflada en los procesos democráticos y legales de la actualidad.

Joana Cruz también destacó el papel de las mujeres trabajadoras, especialmente de aquellas integradas en las organizaciones La Aurora y Rosa Luxemburgo: cacaoteras, productoras agrícolas, cocineras, lavanderas y de tantas otras ocupaciones que se sumaron a la lucha obrera.

Hizo mención especial de la Negra María Montaño, como una constatación de la presencia del pueblo afro en las reivindicaciones populares.

“Para mi es interesante recordar que en todas las protestas y luchas obreras las mujeres estuvimos caminando al lado de los compañeros, porque también hemos sido obreras, y ahora vimos, en la masacre de octubre de 2019, cómo nuestras compañeras indígenas se pusieron al frente, con guaguas y todo”, enfatizó la gestora cultural.

Sé el primero en comentar en «La masacre del 15 de noviembre de 1922, el genocidio que sigue en la impunidad y hoy está en proceso de repetición (VIDEOS)»

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*