Increíble, en la Secretaría de Derechos Humanos se violenta los Derechos Humanos de los servidores

Miembros de seguridad revisan los objetos personales de Paola Karina Quiroga Ortiz. (Foto Twitter @paowerfuul)

“Renuncié a mi puesto en la Secretaría de Derechos Humanos porque las prácticas institucionales atentan contra la dignidad de las y los trabajadores y su valía como profesionales. En un inicio pensé contar solo mi historia, pero no puedo ser indiferente al malestar generalizado”, escribió en su cuenta de Twitter la abogada Paola Karina Quiroga Ortiz, tras presentar su renuncia irrevocable a la institución en la que cumplía las funciones de analista de Protección, Reparación Integral y Autoridad Central.

Tanto en el hilo de Twitter como en la carta de renuncia dirigida a la secretaria de Derechos Humanos, María Bernarda Ordóñez Moscoso, la exfuncionaria centra sus críticas por misoginia contra el Mgs. Mauricio Andrés Carrillo Bueno, director de Protección, reparación Integral y Autoridad Central encargado, de quien resumió que al parecer su mediocre actitud responde a que “no le gusta que sepamos más que él”. Lamentablemente primó el silencio de la autoridad principal de la Secretaría.

El hilo de Twitter

La inestabilidad institucional la sentimos todos los servidores. El cambio, rotación y renuncias de directores es común. En nuestro caso, tuvimos 3 directores en 3 meses. Esto afecta a la eficiencia y celeridad de nuestras gestiones y también las de otras instituciones.

En nuestro caso, en 3 meses tuvimos 3 directores. Uno de ellos llegó a la Dirección con poco conocimiento sobre DDHH, pues venía del sector de seguros, pero como amigo de la máxima autoridad. Posiblemente fue esta relación de amistad lo que desencadenó en sus abusos de poder.

Parecía un régimen dictatorial, fuera microondas, música apagada, horarios de almuerzo de manera arbitraria, sin considerar las situaciones particulares de cada funcionario, listas flash de talento humano hasta 5 veces por día, exclusión de compañeros de trabajo sin razón alguna.

Era común ver a compañeras intimidadas, llorando, indignadas y con miedo a dirigirse al director. En mi caso particular, mi único error fue ser pro activa, diligente y participar en una reunión de FORO ABIERTO. A criterio de mi jefe, me saltaba su autoridad, lo hacía quedar mal

Su inseguridad salía a flote de manera negativa hacia nosotras. Siempre con reprimendas, con consejos innecesarios como “si quiere durar en el sector público aprenda a quedarse callada” “puede que sepa mucho pero no emita criterios si nadie le pide”.

Cuando escuchaba esos comentarios sentía muchas ganas de llorar, porque en ningún trabajo habían intentado callarme por ser activa, diligente y con criterio. Intenté detener esta situación, porque se me hizo inconcebible que en el sector público se fomente el ser mediocre.

De manera frontal le dije a mi jefe que no me sentía bien cuando me excluía de los espacios de trabajo sin razón alguna. Me dijo que esa decisión fue tomada como castigo por participar en reuniones y hablar con autoridades de otras instituciones.

Le confesé a mi jefe que su trato no era de los mejores, por lo cual estaba buscando otras oportunidades de trabajo. Enfureció. Empezó con falsas acusaciones en mi contra, diciendo que yo lo he amenazado con llevarme información de la institución.

Me amenazó con iniciar acciones legales en mi contra. Sin fundamento alguno, porque la información manejada siempre estuvo y estará ahí. En los días siguientes, mi jefe ordenó la extracción de la información de mi computador de trabajo y de mi computador personal.

Jamás en mi vida laboral me vi en una situación así por lo que mi estabilidad emocional se quebrantó. Tuve un acercamiento con la Secretaria de Derechos Humanos para exponerle esta situación que estaba viviendo.

Pensé que, como “defensora de los derechos de la mujer”, la Ministra iba precautelar mi trabajo, frente a un tipo que por su situación de poder, tenía influencia directa sobre mi situación. Falsamente creí que la situación mejoraría. NO FUE ASÍ

Luego de un reposo médico que tuve por problemas de salud, seguramente asociados a toda la tensión que viví, regresé a la Secretaría. Parecía que todo estaba en orden. Hasta que varios compañeros me informaron que el personal de seguridad de la institución me estaba buscando…

No me dejé llevar por comentarios. Fui directo a hablar con el guardia de la institución, quien me comentó que por disposición de la máxima autoridad de @DDHH_Ec debían requisar mi mochila al ingreso y salida de la institución. Para cumplir esta orden incluso tenían una foto mía.

Descargaron esta foto mía y se la pasaron a los guardias para que me busquen. ¿Persecución? ¿Hostigamiento? ¿Acoso? ¡SÍ! Las requisas dirigidas a mi iniciaron el 23 de septiembre. Como el que nada debe, nada teme, voluntariamente fui para que me revisen mis pertenencias.

No podía creer lo que estaba viviendo. Tanta ofensa, persecución y mal trato sin explicación alguna. Lo que más condeno fue la falta de frontalidad, pues si desconfiaban de mi trabajo, directamente pudieron haberme pedido mi renuncia (como acostumbran hacer).

Hasta ahí mi historia en la Secretaría de Derechos Humanos, lugar donde NO se practica ni viven los DDHH. Hablo x mis compañeras que lloraron y aún lloran, por quienes han sido ofendidos, por quienes tienen que esconderse para poder alimentarse, y por quienes agachan la cabeza ante tanta prepotencia.

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