Cuatro hermanos y sus padres, junto a sobrinos y otros familiares empujan el restaurante y el hostal Yakumama.
Todos los componentes del emprendimiento turístico están activados por los miembros de la familia: padre, madre, cuatro hermanos (tres hombres y una mujer), sobrinos, familia política y las aspirantes a engrosar la familia.
La actividad gira sobre dos ejes principales: el hostal y el restaurante de comida contemporánea. El primer servicio tiene alrededor de siete años y el restaurante abrió hace algo más de cinco semanas. Los espacios que generan un ambiente de mucha familiaridad están ubicados en una casa colonial de la calle Luis Cordero entre Honorato Vázquez y Juan Jaramillo.
Yakumama (madre o diosa del agua) es el emprendimiento de la familia Apolo Apolo, oriunda del cantón Piñas, provincial de El Oro, que empieza a abrirse paso por entre los enormes y devastadores efectos de la pandemia del coronavirus, con la férrea decisión de sus gestores.
“Personalmente no quiero que se convierta en el mejor de nada, simplemente quiero que sea uno de los preferidos de la mayoría, cuencanos y gente del extranjero”, enfatiza Alejandro (40 años), quien lleva el liderazgo del proyecto.
Según relata Alejandro (Pepo), él se inició en el oficio de la atención en restaurantes, cafeterías, hospederías y gestión turística allá por el año 2000, en El Cafecito, entonces tenía 20 años. Luego recorrió algunos países como mochilero, ubicándose de cuando en cuando tras las barras de bares y restaurantes y cumpliendo el papel de recepcionista, barman, camarero, mesero.
Al regresar a Cuenca conoció a su amigo suizo que administraba el hostal Yakumama, a quien le apoyó en algunos temas y, cuando éste le planteó la idea de transferirle la administración, la marca y el mobiliario necesario, no pensó dos veces y presentó el proyecto a la familia, a la final, ya contaba con personal formado para el efecto.
Su hermano Vinicio siguió sus pasos, primero en El Cafecito y luego en Le Cigale, hoy se encarga del bar en Yakumama.
Su hermana Cristina, graduada en Sicología, ejerció la profesión “muy poquito tiempo”, entonces cambió el rumbo de su vida, con el marido abrió el restaurante Le Petit Jardin, en San Miguel de Putushí (Sayausí) y ahora dirige las labores de cocina en Yakumama. Su tercer hermano se encarga de las adecuaciones de las redes eléctricas.
A los cuatro hermanos se sumaron la enamorada de Pepo, la esposa de un hermano, la novia de otro de ellos, los sobrinos, su madre Carmelina (58) que se encarga del mantenimiento del jardín interno y su padre Alejandro (65) que efectuó las adecuaciones necesarias para el restaurante, en el espacio donde era el patio del propietario anterior en el que se podía tomar el sol y en algunas noches se realizaban fogatas, con música en vivo.
En las adecuaciones con las cubiertas, pisos de ladrillo visto, jardín interno, una gruta ancestral, jardín, intervinieron todas las manos de la familia, bajo la conducción de su padre, avanzado conocedor de las técnicas de la construcción.
El restaurante tiene aproximadamente cinco semanas de funcionamiento y la clientela va en crecimiento, sobre todo extranjeros que llegan especialmente para los desayunos y almuerzos.
El impulso actual es la comida contemporánea internacional: desayuno típico francés, tostadas francesas, omelettes vegetarianos, huevos rancheros (México), pastas, lasaña vegetariana típica de Grecia, ensaladas de frutas, sánduches de cordero, ensaladas de la casa.
Varios de los platos tienen ingredientes de un pequeño huerto orgánico cultivado por la misma familia, en San Miguel de Putushí, donde también crían aves con alimentación natural. Su padre cultiva productos de clima templado y tropical en un huerto en Balzas, cerca de Piñas.
El restaurante abre de lunes a sábado desde las 08h00 hasta las 22h30, el domingo solo para los desayunos, para lo posterior se madura la idea de atender de martes a domingo, dejando el lunes para algo de descanso, limpieza y mantenimiento del local.
“Aún permanecemos un tanto escondidos, no nos hemos dedicado a hacer mucha promoción. Todos hacen un poco de todo y están en proceso de aprendizaje. Por la dura crisis económicas no podemos permitirnos pagar empleados”, comenta Pepo, quien además al momento trabaja como guía intérprete y tour líder para una operadora francesa.
El hostal
El hostal ya existía desde hace más o menos siete años y por ende es conocido a nivel nacional e internacional, está en los planes de rutas.
Al momento no hay mucho hospedaje por las restricciones propias de la crisis sanitaria y económica por lo que se aprovecha para realizar algunas adecuaciones y mejoras en las habitaciones, a la espera de la disipación de la tormenta, expresa Pepo en tono optimista.
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