El Inti Raymi retorna a Cuenca con su mensaje descolonizador

La fiesta de la cosecha pintó de alegría las calles centrales de la urbe.

 

Es tiempo del solsticio, los elementos se juntan: tierra, agua, aire, fuego. Es el tiempo de compartir, de dar y recibir, es la Fiesta del Sol, es el Inti Raymi.

Es una celebración espiritual de renovación de energías, es el tiempo para reforzar la identidad étnica, fortalecer los lazos de parentesco y propiciar la fecundidad.

Los pueblos indígenas del ecuador, a través de rituales, música, danzas y comida ancestral agradecen al Dios Sol y a la Pachamama por las cosechas de maíz.

Al ritmo de la melódica, armónica, quenas, flautas, zampoñas, rondadores, guitarras, mandolinas, violines y tambores, los danzantes o San Juanes bailan con un zapateo constante y con gritos y silbidos tratan de mantener despierta y atenta a la Pachamama para que reciba la ofrenda sagrada, y es que ella también está  cansada después de entregar sus frutos para el sustento de la humanidad.

El día de la gran fiesta, las comparsas de danzantes, al mando de un capitán, llegan a la plaza central de la ciudad para demostrar su poder organizativo y comunitario; giran en círculos evocando los ciclos solares y agrícolas.

Allí sobresale el Aya Huma, el personaje más importante de la comparsa. Es el líder espiritual de los Andes, el poseedor de las energías de la Pachamama.

Su máscara de dos rostros representa la dualidad del mundo andino, el día y la noche, el norte y el sur; su cabello desordenado representa a la serpiente símbolo de la sabiduría ancestral. Su vestido es un conjunto de remiendos que simboliza el nivel de descuartizamiento sufrido por la cultural local con la llegada del conquistador.

La comunidad se esmera preparando los alimentos: la chicha, el mote, la colada de maíz, el cuy con papas considerado el platillo de los dioses.

La prioste de la fiesta dirige a su familia y vecinos la construcción del castillo con los productos y frutos de la tierra, como una ofrenda para los dioses y lo cuelga en el tumbado de la casa. La persona que toma una fruta devolverá el doble el próximo año.

El Inti Raymi constituye uno de los monumentos culturales que ha logrado sobrevivir a la colonia, la república, las dictaduras, los paquetazos económicos.

La persistencia de sus mensajes, la vitalidad de los ritmos y danzas ancestrales, así como su espiritualidad, motiva a las nuevas generaciones a recuperar este patrimonio.

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Texto: Unidad Educativa Técnico Salesiano

 

 

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