Por Mario Cando
Cierto es que la pandemia del Coronavirus frenó y pulverizó las economías, sin embargo, en una especie de honra al dicho popular “no hay mal que por bien no venga”, y como el cuencano nunca se ha detenido ante nada, los cerca de dos años de la tragedia obligaron a muchos a “reinventarse” y a levantarse de las cenizas, literal, aunque suene a lugar común.
Es el caso del sector turístico que en sus diferentes modalidades estuvo paralizado hasta hace poco, pero hoy vuelve a brillar con luz propia, a movilizar las economías y a resembrar las energías de los alicaídos espíritus. Parte de esa constatación se efectuó desde las 18h30 del jueves 5 de mayo, en el recorrido de un pequeño circuito de hoteles, restaurantes, bares y discotecas organizado por los directivos de la Cámara de Turismo del Azuay.
La primera parada nos sumerge en un concepto irreverente, en la simbiosis colonial y vanguardista de una edificación ubicada en la calla Gran Colombia y Benigno Malo, cuyos administradores la datan desde 1930.
El edificio que evoca de entrada el seudónimo de los “Periquito Peña” y que albergó al Hotel Internacional, almacenes y oficinas de abogados, economistas, consultores y otros profesionales, quedó en la mira de la migrante sigseña, Maritza Yumbla Vélez, aún desde antes de la pandemia, cuando la construcción del sistema tranviario también paralizó durante un buen tiempo a parte del centro histórico de Cuenca.
En un viaje desde su actual país de residencia, Canadá, quedó prendada de la edificación y su actividad articulada a las ciencias de la hospitalidad movilizó el resto. Asesorada por el portugués Carlos López y destacados profesionales cuencanos convirtió a la casa en el hotel boutique internacional cinco estrellas Itza.
Con 13 espaciosas y cómodas habitaciones, tres suites presidenciales, un restaurante y sobre todo el espectacular bar restaurante Za Za 360, el hotel brilla en las noches cuencanas. La creación, la invención y la reinvención es la característica de los 42 trabajadores de la casa, comenta en tono alegre y optimista Gabriela Maldonado, gerente comercial de Itza.
El circuito continúa por el restaurante Negroni, implementado en la terraza de la edificación que alberga a una renombrada marca de ropa, en la mitad de la cuadra de la calle Bolívar entre la Luis Cordero y Benigno Malo. Pasadas las 19h00 el restaurante ya está lleno en todos sus espacios.
La vista de la nocturna Cuenca, en 360 grados es espectacular, de entre las sombras emergen, señoreales, en una materialización de la fantasía, las cúpulas símbolo de la religiosidad morlaca: la Catedral de la Inmaculada, la Catedral Vieja, San Alfonso, Santo Domingo, San Blas, San Sebastián y más allá las luces que gritan en los contornos montañosos que rodean a la Cuenca de los Andes.
Mientras en la terraza Negroni el bullicio crece, en la Glorieta del Parque Calderón los artistas populares hacen de las suyas y llevan con sus ritmos, en momentos románticos, otros melancólicos y aquellos que desarrollan la alegría, a desatar un sinnúmero de expresiones y, ¿cómo no?, a entrarle al baile, sin mayores miramientos.
La jornada continúa con la visita a los bares restaurantes de la “zona de los bares”, Calle Larga, Honorato Vázquez. El Chiplote, El Mercado, La Víspera del Chuchaqui, La Cigale, están nuevamente activos y en ellos los clientes manifiestan actitudes despreocupadas, desenfadadas, los ambientes nocturnos les sumerge en su propia magia.
Cada uno de los propietarios y administradores de esos lugares ha reinventado sus espacios con nuevos motivos para la atracción, platos diversos de la gastronomía internacional y local, explosivos cocteles, muchos de creación propia, invitan y satisfacen los paladares, por supuesto cuidando de no agredir los bolsillos en recuperación.
En la parte baja de la ciudad, cruzando El Barranco, nos espera otra experiencia, con el matiz coincidente de una exhibición de “pichirilos”, miniAustins y otras marcas, del Mini Club Cuenca.
La música y los renovados ambientes festivos del Karaoke Chino, bar restaurante Garden, discoteca Saqqara, destierran la represiones cotidianas y desatan la alegría de los visitantes, seríamos insensibles al no responder, sin siquiera el movimiento rítmico de un pie o una mano, a la variada música festiva que inunda esos ambientes.
La música, el movimiento, el bullicio, han cruzado el filo de la medianoche y un primer tramo de la madrugada del viernes 6 nos encuentra ya cansados, y por qué no decirlo, también sensibilizados por el toque de los irresistibles cocteles, y es hora del retorno a los hogares, cargados a los tiempos de una experiencia que se había adormecido en los quehaceres cotidianos, constatar la vida de la Cuenca nocturna que vibra y brilla con luz propia.
Con toda razón el optimismo de los directivos de la Cámara de Turismo, Juan Pablo Vanegas y Luis Torres, que no dejan de ponderar lo positivo de la jornada, el tesón de los propietarios y administradores de los locales turísticos y el ánimo de los cuencanos para sacudirse de las adversidades y enfrentar la vida con nuevos bríos.
Bien por la Cuenca milenaria,muy bueno el reportaje!