Por María Dolores Roura
A vos que nadie puede acusarte de ser mala persona, o discriminador. Si a vos… a vos te gustan los pobres.
Te gustan los pobres cuando son correctamente ubicados, cuando agradecen la limosna con un “Dios la bendiga señora”, “que Dios se lo pague, patrón”, y se alejan con la cabeza gacha.
Te gustan los pobres que te ofrecen cortarte el pasto del jardín o limpiarte la vidriera del local, y te dicen deme “lo que sea su voluntad”, porque ya sabemos que trabajo hay, que no trabaja el que no quiere o el que ambiciona un pago justo.
A vos te gustan los pobres que reciben, sin quejarse, la ropa rota y sucia que llevas a las caridades, porque ya no te sirve, pero seguro que a ellos, pobrecitos, les va a servir, aunque sean medias rotas, camisetas manchadas, y hasta calzones usados.
Te gustan los pobres que no se animan a desear el asado de los domingos, ni el Samsung Galaxy S9, ni los zapatos de marca, porque eso no es para ellos. La antena de internet o de la TV en su casucha de caña te ofende, igual que te repulsan los igualados sacándose fotos que luego publicarán en el Facebook .
Los pobres en la calle, gritando justicia, exigiendo derechos, pasan automáticamente de la categoría de “pobre gente” a la de “longos de mierda”.
Porque… ¿cómo se atreven los pobres a desear, y peor aún, a exigir? ¿Cómo se les ocurre pedir mejora salarial? con tener trabajo deben estar agradecidos ¿Cómo van a querer mirar la misma película que vos, tener el mismo teléfono que tu hija, las mismas zapatillas que tu hijo si ellos son pobres y vos no.
Ah pero se te hincha el corazón de satisfacción cuando participas en programas de caridad, teletones o en la recolección organizada de pan viejo y desmigajado, ese que queda en la mesa después de tu cena, porque el que tiene hambre, come lo que sea, incluso lechuga podrida o enlatados y embases con la fecha de vencimiento superada.
A vos nadie puede acusarte de no ser caritativo. Eso sí, no con todos, solo con los que no andan cortando calles y levantando ollas revolucionarias para toda la comunidad, solo con los que no exigen, sino que vienen, calladitos y humildes a pedir tus desperdicios, y después agradecen.
A vos te gustan los pobres, pero no todos. Solo los que te hacen sentir rico.
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